Una rosa blanca sobre la lápida de mármol, en la basílica de Santa María la Mayor, en Roma, es una de las imágenes de la tumba de Francisco que difundió este domingo Vatican News.
La flor es el símbolo del vínculo de Jorge Mario Bergoglio con Teresita, Teresa de Lisieux, la santa a la que siempre acudía para pedir gracias y a cuya intercesión confiaba sus dificultades personales y las de los demás, cuenta Salvatore Cernuzio.
A lo largo de su vida y de su pontificado, el papa Francisco “ha subrayado su vínculo con la mística carmelita, a la que, según ha contado, confiaba un problema, pidiéndole ‘no que lo resolviera, sino que lo tomara en sus manos y me ayudara a aceptarlo’. Como ‘señal’ recibía la flor. Así ocurrió también durante su hospitalización en el Gemelli”.
En una mesita de mármol, bajo cuadros e iconos, fuera de su piso particular de Santa Marta, había siempre una rosa blanca y fresca.
Desde el sábado por la noche, una rosa blanca reposa sobre el mármol de la lápida, de origen ligur, con la inscripción Franciscus, en la basílica de Santa María la Mayor, donde fueron sepultados los restos mortales del papa Francisco. “No es una elección artística, sino de continuidad y devoción”, dice Cernuzio.
Miles de personas desfilaron hoy desde temprano ante la tumba de Francisco, en la basílica romana donde el papa eligió ser enterrado, rompiendo con la tradición.
Su ataúd fue trasladado allí este sábado tras la misa funeral en la plaza de San Pedro, ante unas 150 000 personas que se alinearon a lo largo del recorrido por el corazón de la ciudad para despedirse.
El féretro fue colocado en una sencilla tumba de mármol en una nave lateral de la basílica. Solo su nombre en latín, Franciscus, está inscripto en la parte superior, mientras que una reproducción de la sencilla cruz que solía llevar al cuello cuelga sobre el nicho.
Los visitantes comenzaron a hacer fila mucho antes de la apertura de la Basílica a las 7 (05:00 GMT) y la iglesia se llenó rápidamente de simpatizantes tras la apertura de puertas. Las autoridades instaron a la gente a marcharse en cuanto vieron la tumba, afirmando que miles más esperaban afuera para entrar.
La iglesia fue fundada en el año 432 y es la única basílica de Roma que conserva la estructura cristiana primitiva, aunque ha habido muchos añadidos posteriores.
Francisco le tenía un cariño especial por su devoción a María, Madre de Dios. Rezaba allí antes y después de cada viaje al extranjero.
Un venerado icono bizantino de María se encuentra en la capilla paulina, cerca de la tumba. Un jarrón con rosas doradas, donado por Francisco en 2023, se encuentra entre los candelabros bajo el icono. Su última visita a la capilla, con un ramo de rosas blancas, fue el 12 de abril.
Bergoglio habló de la rosa blanca en el libro entrevista El jesuita, escrito por los periodistas argentinos Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, quienes, al describir la biblioteca del entonces arzobispo de Buenos Aires, observaron un jarrón lleno de rosas blancas en un estante, frente a una foto de la mística carmelita fallecida con solo 24 años en 1897, canonizada por Pío XI y proclamada doctora de la Iglesia por Juan Pablo II en 1997.
“Cuando tengo un problema, pido a la santa, no que lo resuelva, sino que lo tome en su mano y me ayude a aceptarlo, y, como señal, casi siempre recibo una rosa blanca”, les contó a los dos periodistas.
En el inicio de su pontificado, en septiembre de 2013, cuando convocó una vigilia de oración en la plaza de San Pedro por la paz en Siria, se leyeron fragmentos de la poesía de Santa Teresa de Lisieux. De regreso a Santa Marta, el papa Francisco recibió como regalo sorpresa una rosa blanca recogida por un jardinero en los Jardines Vaticanos.
El papa recibió el mismo regalo pocos días después de su última hospitalización en el Policlínico Gemelli por una pulmonía bilateral: una rosa blanca de Santa Teresa, envuelta, procedente de la casa de Lisieux. La guardaba en una mesilla junto a su cama.
CGP, con información de Vatican News y Reuters