Hasta el domingo a la mañana, cuando el expresidente Mauricio Macri publicó un tuit con el que ordenó a la tropa del PRO y emparejó la disputa abierta con la oposición en torno a la ley de financiamiento universitario, el escenario se presentaba cuesta arriba para el oficialismo.
Con la ayuda de PRO, el gobierno de Javier Milei lograba cambiar la tendencia y alimentaba su ilusión, pero no habría sido suficiente de no haber contado con más aliados.
Como en la sesión en la que se trató el veto a la ley de movilidad jubilatoria, fue determinante la división de la UCR para desnivelar la balanza a favor del gobierno ultraderechista.
Los cinco “radicales con peluca”, como fueron apodados maliciosamente por quienes no perdonan la traición, volvieron a jugar en contra de su propia bancada.
El panquequeo más explícito fue el del misionero Martín Arjol, que en la sesión del pasado 15 de agosto había votado a favor del financiamiento universitario y, sin que hubiesen transcurrido siquiera dos meses, hizo un giro copernicano para respaldar el veto.
Los otros tres votos radicales que respaldaron la posición del oficialismo vinieron de manos de Mariano Campero, Martín Picat y José Federico Tournier, el correntino liberal integrado a la bancada de la UCR; en tanto que Pablo Cervi, que en la mencionada sesión había votado a favor de la ley, en esta ocasión optó por abstenerse.
Con que tres de ellos hubieran votado con la oposición, se habría alcanzado los dos tercios y el debate habría continuado en el Senado, donde las previsiones eran bastante favorables para voltear el veto.
Casi en la misma magnitud que la UCR, la fragmentación del voto de Innovación Federal fue clave. Pocos días atrás, los ocho diputados del interbloque iban a votar con el resto de la oposición.
Pero algo sucedió en el medio para que, de un momento a otro, los cuatro misioneros se dieran vuelta y optaran por abstenerse.
Tanto los tres salteños como el rionegrino Agustín Domingo respetaron la postura que habían tenido el 15 de agosto y votaron en consecuencia.
Las gestiones de la Casa Rosada con gobernadores también dieron sus frutos. El caso más paradigmático es el del chubutense Ignacio Nacho Torres, a quien le responden dos diputados nacionales.
El mandatario patagónico tiene los huevos repartidos en dos canastas: Jorge Loma Ávila integra Encuentro Federal, el bloque que preside Miguel Pichetto, en tanto que Ana Clara Romero está en PRO.
Ávila estaba decidido a votar a favor de la universidad pública hasta que recibió el llamado de su gobernador con la orden de que se ausentara. Así se hizo.
Torres también operó para que Romero, que había tenido expresiones de solidaridad con las universidades públicas, votara a favor del veto.
En la previa, se especulaba que los dos santacruceños del bloque que responde al gobernador Claudio Vidal iban a expresarse a favor de la ley. Por eso sorprendió que José Garrido votara por la negativa, en contraste con Sergio Acevedo.
En Unión por la Patria llamó la atención la ausencia de la catamarqueña Fernanda Ávila, posiblemente inducida por su gobernador, Raúl Jalil, quien para sostener la buena sintonía con el Gobierno tenía que ofrendar algún favor político.
El voto correntino
En el caso de Corrientes, los diputados nacionales Lisandro Almirón, de La Libertad Avanza; Sofía Brambilla, de PRO, y Tournier, de Encuentro Liberal pero incorporado al bloque que preside el cordobés Deloredo, votaron a favor del veto.
Jorge Romero, Nancy Sand y Christian Zulli, de Unión por la Patria, y Manuel Aguirre, de la UCR, a favor de la ley de financiamiento universitario.
CGP y agencia NA