Foto: un grupo de sobrevivientes descansa cerca de un edificio derrumbado en Kahramanmaras, Turquía, el 8 de febrero de 2023. Suhaib Salem/Reuters.
Las bajas temperaturas de este invierno en Turquía y Siria agravaban este jueves la situación de los sobrevivientes y dificultaba el desesperado trabajo de los socorristas en ambos países, donde el potente terremoto del lunes dejó más de 17 100 muertos y más de 60 000 heridos.
Pasadas ya las primeras 72 horas tras el sismo, el período con más posibilidad de salvar vidas, se teme que el balance de muertos pueda subir dramáticamente debido al elevado número de personas que se calcula que todavía están atrapadas entre los escombros.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo desde una de las ciudades más afectadas, Gaziantep, que el balance en su país era de 14 014 muertos y más de 60 000 heridos. En Siria el saldo provisional alcanza los 3162 fallecidos, según consignó la agencia de noticias AFP.
Tras la conmoción inicial, el descontento se hace cada vez más palpable entre la población por la respuesta de las autoridades al fatal terremoto que, según admitió el mismo presidente turco, tuvo “deficiencias”.
Numerosos sobrevivientes tuvieron que buscar por sí mismos comida y refugio. Sin equipos de rescate en varias zonas, algunos contemplaron impotentes cómo sus familiares atrapados pedían ayuda hasta que sus voces se apagaban.
“Mi sobrino, mi cuñada y la hermana de mi cuñada están bajo los escombros. Están atrapadas en las ruinas y no hay señales de vida”, dijo Semire Coban, profesora de guardería en la ciudad turca de Hatay.

“No podemos llegar a ellos. Intentamos hablarles, pero no responden”, agregó.
El primer convoy de ayuda para las zonas rebeldes del noroeste de Siria castigadas por el terremoto cruzó hoy el paso de Bab al Hawa en la frontera con Turquía, indicó a la AFP un responsable de este puesto.
El corresponsal de la agencia vio seis camiones, cargados de material para tiendas de campaña y productos de limpieza, entre otros bienes. Según Mazen Alloush, responsable del puesto fronterizo, se trata de una ayuda prevista antes del terremoto que sacudió Siria y Turquía el lunes.
El enviado especial de Naciones Unidas, Geir Pedersen, habían declarado que el organismo recibió garantías de que la ayuda humanitaria de urgencia llegaría al noroeste de Siria a través del único punto de paso autorizado en la frontera con Turquía.
Un funcionario turco dijo que el desastre planteó “dificultades muy serias” para la celebración de unas elecciones previstas para el 14 de mayo en las que se espera que el presidente Tayyip Erdogan enfrente el desafío más duro en sus dos décadas en el poder.

Con la ira hirviendo a fuego lento por la lentitud en la entrega de ayuda y los retrasos en la puesta en marcha del esfuerzo de rescate, el desastre seguramente influirá en la votación si aún se lleva a cabo.
En tierra, muchas personas en Turquía y Siria pasaron una tercera noche durmiendo al aire libre o en automóviles bajo temperaturas invernales gélidas, con sus casas destruidas o tan sacudidas por los terremotos que tenían miedo de volver a entrar.
Cientos de miles de personas se han quedado sin hogar en pleno invierno. Muchos han acampado en refugios improvisados en estacionamientos de supermercados, mezquitas, bordes de caminos o entre las ruinas, a menudo desesperados por comida, agua y calor.
En una gasolinera cerca de la ciudad de Kemalpasa, la gente recogió entre cajas de cartón la ropa que había dejado como donación.
En la ciudad portuaria de Iskenderun, los periodistas de Reuters vieron a personas acurrucadas alrededor de fogatas al costado de las carreteras y en garajes y almacenes medio destruidos. Las únicas luces eran los focos en las grúas que intentaban retirar losas de escombros.
Las autoridades dicen que unos 6500 edificios en Turquía se derrumbaron y muchos más resultaron dañados en la zona del terremoto donde viven unos 13 millones de personas.
Con información de las agencias Télam y Reuters