Por Natalia Concina
Agencia Télam
Durante abril y agosto de 2021, Argentina vivió la peor ola de la pandemia por coronavirus alcanzando valores diarios de más de 30 000 casos confirmados y 600 muertes y ocupaciones en unidades de terapia intensiva del 90 % en algunas jurisdicciones, cifras que, a partir del avance de la vacunación, se redujeron drásticamente aunque se llega a fin de año con la preocupación por la variante ómicron, que dio indicios de ser más contagiosa incluso que la delta.
“Fue un año muy difícil, tenemos más de 116 000 personas fallecidas; es verdad que si bien el sistema de salud estuvo muy tensionado, no llegó a colapsar como habíamos visto que sucedió en 2020 en Europa, pero haber llegado a esta cantidad de contagios implicó muchos muertos”, señaló el físico e investigador del Conicet Jorge Aliaga.
Y continuó: “A medida que se avanzó con la campaña de vacunación, la situación comenzó a cambiar. Si la vacunación se hubiera demorado un par de meses más, hubiéramos tenido unas decenas de miles de muertos más. Esto se ve con claridad cuando se analizan los datos”.
Aliaga, exdecano de Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires y actual secretario de Planeamiento y Evaluación Institucional de la Universidad Nacional de Hurlingham, explicó que “al analizar la curva tanto de fallecidos como de contagios, se ve el impacto de la vacunación”.
En primer lugar, “las personas fallecidas bajaron cuando se vacunó a mayores de 60 años y los confirmados cuando se vacunó a menores de 50, que siempre fueron los que más se contagiaron; cuando se llegó a los mayores de 30 con un porcentaje alto de vacunación, la proporción de casos y fallecidos por edad se volvió a los valores prevacunación, pero con valores absolutos muy menores”.
Según los datos elaborados por Aliaga por fecha de carga durante fines de marzo y principios de agosto el país atravesó la segunda ola de la pandemia con más de 10 000 casos diarios promedio, llegando la semana entre 26 de mayo y el 1 de junio a más de 32 000 casos notificados por día.
En aquel contexto, el Gobierno dispuso un nuevo aislamiento estricto en las zonas de mayor riesgo epidemiológico que comenzó a regir a partir del 22 de mayo y se fue flexibilizando conforme mejoraban los datos de incidencia (cantidad de casos por cada 100 000 habitantes), razón (comparación de los casos de los últimos 14 días respecto de los 14 previos) y ocupación de terapia intensiva.
La etapa más crítica en los hospitales se dio entre mayo y julio, alcanzando el récord de pacientes con coronavirus en unidades de terapia intensiva el 14 de junio con 7969 personas internadas y con ocupaciones que en varias jurisdicciones superaron el 90 %.
Esa cifra (7969) representaba un 46 % más que las 5.457 camas ocupadas que hubo el 14 de mayo de 2020, el récord de internaciones en UTI de pacientes con covid-19 del primer año pandémico.
En paralelo, la vacunación aceleró su ritmo a partir de marzo conforme el plan que se había planteado a finales de 2020, cuando comenzó a campaña: primero, el personal de Salud; luego, las personas mayores de 70 años y residentes de hogares de larga estadía; después, los adultos de entre 60 y 69, y personal estratégico, y a partir de allí se comenzó a bajar por edad.
Para julio, el país ya había superado el 50 % de la población mayor de 18 años con al menos una dosis y alcanzaba cifras récord que superaban las 470 000 aplicaciones diarias.
En agosto se produjo un nuevo hito en la vacunación que fue la aprobación de la vacuna de Moderna para la franja 12 a 18 años, lo que permitió a la Argentina comenzar a vacunar adolescentes con factores de riesgo a partir del 3 de ese mes, a quienes seguirían el resto de ese grupo etario.
Para septiembre, la situación epidemiológica había mejorado en todo el país y el 21 de septiembre se anunciaron un paquete de medidas de “vuelta a la normalidad” entre las que se incluyó la no obligatoriedad del uso de barbijo al aire libre en contextos de no aglomeración de personas.
Otro momento importante en la campaña de vacunación fue la aprobación del uso de emergencia para utilizar la vacuna de Sinopharm a niñas y niños entre 3 y 11 años, una estrategia que comenzó el 12 de octubre y apuntó tanto al cuidado individual de esa población como al efecto colectivo para la reducción de la circulación viral.
Unos días después, el 26 de octubre, el Gobierno también anunció la aplicación de una tercera dosis para personas inmunocomprometidas y mayores de 50 años que hubieran recibido la vacuna de Sinopharm.
En tanto que a la luz de la evidencia científica que muestra que los anticuerpos decaen con los meses y ante el aumento de la prevalencia de la variante delta, el 10 de noviembre el Ministerio de Salud dio a conocer que se aplicarían dosis de refuerzo a todas las personas que llevaban más de seis meses (después se bajó a cinco) de la segunda dosis, comenzando por el personal de salud y las personas mayores.
En la actualidad, Argentina tiene a más del 81 % de toda su población con al menos una dosis; a más del 66 % con dos dosis y ya lleva aplicada tercera dosis a casi el 5 %.
Si bien se está registrando desde hace unas semanas un ascenso lento pero sostenido de casos, estos permanecen en valores más bajos que en los peores momentos de la pandemia, con un promedio en los últimos 7 días (del 10 al 16 de diciembre) de 3682 y un pico de 5301 casos positivos notificados el 16 de diciembre.
La vuelta de espectáculos masivos (como los partidos de fútbol o los megarrecitales), el aforo al 100 % en la mayoría de las actividades, la posibilidad de reunirse con familiares y amigos en las fiestas y la inminencia de las vacaciones de verano generan un ambiente de recuperación de la normalidad muy ansiada por toda la población.
Frente a este escenario, Aliaga sostuvo que “es importante comprender que la pandemia no terminó y que la evolución de la curva depende de muchísimos factores como la vacunación (cuándo se dieron, cuántas dosis, etc.), y el comportamiento social”.
“Hay que completar esquemas de vacunación, aplicar los refuerzos, vacunar niños y adolescentes, pero también es importante sostener algunas medidas de cuidado como la ventilación y el uso de tapabocas en lugares cerrados, sobre todo frente al surgimiento de nuevas variantes”, concluyó.
Foto: Vacunación contra la covid-19 en Caá Catí, Corrientes. Germán Pomar/Télam