El oficialismo conseguía solo 38 de los 155 convencionales. “No estamos sintonizando adecuadamente con las demandas y los anhelos de la ciudadanía”, dijo el presidente Sebastián Piñera en un mensaje.
Foto: Un trabajador electoral con máscara protectora cuenta los votos en Valparaíso, el 16 de mayo de 2021. Rodrigo Garrido/Reuters
Con cerca del 90 % de los votos escrutados, la clase política tradicional de Chile recibía este domingo un duro golpe, principalmente la coalición de derecha del gobierno del presidente Sebastián Piñera, que se había mostrado muy segura de poder controlar un tercio de la futura Convención Constituyente, que integrarán 155 personas electas de forma paritaria y con la inclusión de 17 escaños reservados a los pueblos originarios.
Las dos listas que aglutinan a candidatos que van desde la centroizquierda al Partido Comunista, Lista Apruebo y Apruebo Dignidad, obtuvieron el 33,22% de los votos, mientras que la de derecha, la oficialista Vamos por Chile, se quedaba con un 20,80%.
Los independientes se impusieron a los partidos tradicionales con cerca de un 40% de los sufragios y tendrían la capacidad de controlar la futura Convención Constituyente.
“En estas elecciones, la ciudadanía nos ha enviado un claro y fuerte mensaje al Gobierno y también a todas las fuerzas políticas tradicionales: no estamos sintonizando adecuadamente con las demandas y los anhelos de la ciudadanía y estamos siendo interpelados por nuevas expresiones y por nuevos liderazgos”, dijo Piñera en un mensaje al país acompañado de todo su gabinete en el patio del palacio presidencial La Moneda, en Santiago.
La participación se situó en cerca de un 37 % de los 14,9 millones del electorado, según una proyección preliminar.
Además de los constituyentes, los chilenos votaron este domingo por alcaldes, concejales y, por primera vez, gobernadores regionales, en otro paso hacia una sociedad más participativa que reclamó nuevas reglas que permitan mayor equidad.
De acuerdo con los resultados oficiales del Servicio Electoral (Servel), de los 155 convencionales constituyentes, 48 serían independientes, mientras que la oposición lograría 52, el oficialismo 38 y los pueblos originarios se dividen los 17 escaños que estaban reservados para ellos.
Esto representa una dura derrota para los candidatos identificados con el gobierno de Piñera, pero también para todos los partidos políticos ya que los independientes fueron los grandes ganadores del día.
La oposición, sin embargo, obtiene más de un tercio: 53 constituyentes. Pero estará dividida entre los 27 de la izquierda y los 25 de la centroizquierda, nucleada en la antigua Concertación.
Estos datos confirman el descontento hacia la clase política que se hizo visible con el estallido social de octubre de 2019, el mismo que forzó al gobierno de Piñera a llamar al plebiscito del año pasado que permitió iniciar el proceso que finalmente terminará con la redacción de una nueva Constitución que reemplace a la de la dictadura de Augusto Pinochet.
El candidato presidencial del oficialista Renovación Nacional, Mario Desbordes, hizo un llamado de atención en una conferencia de prensa por el bajo nivel de participación en las elecciones y reconoció: “No hay dudas de que estamos viviendo una derrota, una derrota que nos debe hacer reflexionar”.
Desde la oposición, Gabriel Boric, del Frente Amplio, afirmó a TVN que “se terminó el sistema binominal (…) estamos muy contentos con la diversidad”.
El candidato de la Democracia Cristiana para gobernador de la Región Metropolitana y vocera de la coalición de centroizquierda, Claudio Orrego, dijo que “la derecha ha sido derrotada y el populismo ha sido derrotado”, y afirmó que “no basta con tener buenas ideas, hace falta experiencia y saber cómo hacer buenas políticas”, en lo que pareció un mensaje dirigido a los independientes que entrarán a la Convención Constituyente y serán la primera minoría.
Quien sería su rival en lo que parece que será un balotaje a gobernador en la Región Metropolitana, la candidata de izquierda Karina Oliva, celebró anoche con un pañuelo verde a favor de la legalización dela aborto: “Hoy ganó el pueblo”.
El número final de convencionales constituyentes deberá esperar hasta que finalice el conteo en cada uno de los 28 distritos, ya que la asignación de los escaños dependerá, no solo de los votos, sino de que se cumpla también con la condición de paridad entre mujeres y hombres exigida.
En Chile se utiliza el sistema D’Hondt para los candidatos a constituyentes, que consiste en un método matemático de carácter proporcional, que busca fortalecer la representatividad en los delegados a escoger.
Aunque los chilenos votaron para elegir también una nueva figura electiva –gobernadores– y autoridades municipales, la votación que, se espera, definirá el futuro político del país es la de los constituyentes, quienes tendrán la tarea de redactar una nueva Constitución en un lapso máximo de 12 meses y cada norma debatida deberá contar con una aprobación de los dos tercios.
Si se mantienen estas proporciones, la derecha y la centroderecha no tendrán poder de veto en los artículos que contenga la nueva Constitución, ya que no llegan a ganar un tercio de los convencionales constituyentes.
La oposición de izquierda y centroizquierda, en cambio, sí llegarían a conseguir poder de veto, pero no los dos tercios necesarios para imponer sus cambios sin una negociación.
Todo indica, entonces, que los 12 meses de debate de la Convención Constituyente serán de mucha tensión y negociación, un proceso difícil que deberá ser sometido al final a un llamado “plebiscito de salida”, en el que los chilenos votarán nuevamente si aprueba o rechazan la Carta Magna en las urnas.
De ganar la opción Apruebo, la nueva Carta Magna será aprobada en el Congreso. Si sucede lo contrario, quedará vigente el texto actual, que data de 1980, escrito durante la dictadura cívico militar de Augusto Pinochet (1973-1990).
Esta elección es histórica ya que fueron desdobladas a dos días, con dos objetivos principales: el primero, promover la participación electoral de los ciudadanos, y segundo, evitar las aglomeraciones debido a la pandemia de coronavirus.
De la calle a las urnas
La reforma constitucional fue la forma que el sistema político chileno encontró para apaciguar las masivas manifestaciones que estallaron el 18 de octubre de 2019, dejando una treintena de muertos y daños millonarios en el comercio y el mobiliario público.
Al calor de la rabia social, en noviembre de 2019, las fuerzas políticas anunciaron un acuerdo para llamar a un plebiscito para decidir sobre el cambio de la Constitución, que finalmente se celebró el 25 de octubre de 2020.
Un abrumador 80% apoyó la opción Apruebo al cambio constitucional en un día que culminó con masivas manifestaciones. El 20% que se decantó por el Rechazo se concentró en las tres comunas más ricas de Chile.
La esperanza del mundo político es que el proceso constituyente logre pasar la página a la larga transición política que se abrió una vez que Chile recuperó la democracia en 1990.
CGP
Con información de las agencias AFP y Télam