A 50 años | Chile conmemora el sangriento golpe militar que derrocó a Salvador Allende

Foto: el presidente de Chile, Gabriel Boric, participa en una manifestación con familiares de detenidos y desaparecidos al conmemorar el 50 aniversario del golpe militar de Pinochet, en Santiago, el domingo 10 de septiembre de 2023. Esteban Felix/AP/vía France 24.


Chile cumple este lunes 50 años desde que el violento golpe de Estado de Augusto Pinochet contra el presidente socialista Salvador Allende marcó el comienzo de dos décadas de gobierno militar, provocó la muerte de miles de personas y sembró el modelo económico del país liderado por el mercado.

El golpe de 1973, en el que los tanques recorrieron las calles y los aviones Hawker Hunter bombardearon la sede presidencial de La Moneda en llamas, resonó en todo el mundo y marcó el comienzo de una de las más brutales de una serie de dictaduras de derecha amigas de Estados Unidos que gobernaron gran parte de América del Sur hasta bien entrada la década de 1980, lo que provocó detenciones masivas, torturas y desapariciones.

Transcurrido medio siglo, Chile está marcadamente polarizado. Las víctimas del gobierno militar y sus familias han intensificado su presión por la justicia y la rendición de cuentas, pero políticamente la extrema derecha ha ganado terreno en medio de crecientes temores sobre el aumento de la delincuencia. El joven presidente progresista Gabriel Boric está bajo fuego.

Los actos conmemorativos empezaron este domingo 10, con manifestaciones en Santiago de Chile. Boric participó de marchas, organizadas por asociaciones de víctimas, y también lo hicieron miembros de su gobierno como la portavoz, Camila Vallejo, y dirigentes del Partido Comunista de Chile.

Fueron varios los puntos de las manifestaciones, pero el momento más simbólico se produjo frente a Morandé 80, la mítica puerta del Palacio de la Moneda por la que salió hace medio siglo el cuerpo del presidente Allende, quien se suicidó durante el ataque de las fuerzas golpistas y por la que nunca había pasado la marcha desde que iniciaron las protestas en democracia.

Otro de los puntos de la conmemoración fue en el interior del cementerio donde se realiza la tradicional ofrenda de flores frente al muro de los detenidos desaparecidos. Allí se colocó un cartel con los rostros de algunos de ellos, y se decoró su base con claveles rojos y velas en una ceremonia íntima en la que se escucharon frases como “Allende, presente” y “Desaparecidos presentes”.

La búsqueda de justicia y verdad para las víctimas de la dictadura continúa y es un tema sensible en un país donde ciertos sectores de la población justifican la represión ocurrida bajo el régimen de Pinochet. Aún en la actualidad, 33 años después del fin de la dictadura, el derecho a la protesta y los movimientos de izquierda son estigmatizados en el país austral.

En 2019, las protestas generalizadas contra la desigualdad en Chile dejaron más de 30 muertos. Grupos de derechos humanos han cuestionado la respuesta policial durante esas protestas, ocurridas durante el gobierno del derechista Sebastián Piñera, que dejaron a cientos de manifestantes cegados por balas de goma y decenas de miles de personas detenidas.

A pesar de que el Gobierno había convocado a la manifestación de forma pacífica, algunos manifestantes arrojaron piedras contra el Palacio de la Moneda, sede de Gobierno, rompieron las barreras de seguridad y dañaron el acceso a un centro cultural ubicado en el edificio.

También se produjeron enfrentamientos con la policía en otras partes de la ciudad durante la marcha, y algunos manifestantes lanzaron cócteles molotov y levantaron barricadas.

En el interior de un cementerio que alberga un monumento a las víctimas del régimen de Pinochet, algunos mausoleos resultaron dañados, incluido el de un senador de derecha.

Según el Gobierno, tres policías resultaron heridos y tres personas fueron arrestadas. El presidente Boric “condenó categóricamente estos hechos” y rechazó “la irracionalidad de atacar aquello por lo que lucharon Allende y tantos otros demócratas”.

Por su parte, la coalición de derecha Chile Vamos, un conglomerado que reúne a los partidos de la derecha tradicional, también rechazó en una declaración los actos vandálicos, que catalogó de “lamentables hechos de violencia”.

Uno de los países latinoamericanos que dio refugio político a quienes huían de la dictadura de Pinochet fue México, adonde llegaron 3000 chilenos durante los 17 años de terror.

Gabriel Boric/X

Consciente de ello, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, estuvo en Chile y se reunió con su homólogo chileno. Ambos mandatarios pidieron el fortalecimiento de la democracia en América Latina durante un discurso conjunto el domingo.

López Obrador recordó cómo lo impactó el golpe de Pinochet cuando era estudiante universitario. Elogió a Allende y calificó su muerte durante el golpe de “crimen horrendo”. “Nos une la historia, la hermandad y el deseo de seguir construyendo una auténtica democracia”, afirmó López Obrador.

Por su parte, Boric exaltó la presencia del presidente mexicano al afirmar que su visita “es un ejemplo concreto de esta historia que nos une y de su compromiso con el fortalecimiento de la democracia en América Latina”.

Otra figura relevante y simbólica que participó de los primeros actos conmemorativos fue el juez español Baltasar Garzón, quien el 16 de octubre de 1998, apoyado en el principio de Jurisdicción Universal, logró el arresto domiciliario del general Augusto Pinochet; lo que marcó un hito en el tratamiento penal de autores de crímenes contra la humanidad.

A 50 años del golpe militar, el rol que jugó Estados Unidos en ese momento histórico sigue siendo cuestionado por las víctimas de la dictadura. Si bien Washington siempre ha negado una vinculación directa con los autores del golpe de Estado en 1973, documentos desclasificados en las últimas décadas han dado muestra de que el gobierno de Richard Nixon saboteó al de Salvador Allende y apoyó a la dictadura de Pinochet en sus primeros años.

Según diversas comisiones chilenas de derechos humanos, hay 40 175 víctimas clasificadas como ejecutadas políticamente, desaparecidas, encarceladas y torturadas durante el régimen militar. El régimen también envió al exilio a miles de personas.

El gobierno de Pinochet terminó en 1990 después de que la mayoría de los chilenos votaron a favor de la democracia en un referéndum. Pasó años luchando contra acusaciones de derechos humanos, aunque nunca fue declarado culpable de ningún delito, y murió en 2006. Pero muchos oficiales militares y ex miembros de su policía secreta fueron declarados culpables de tortura, secuestro y asesinato.

CGP, con información de Reuters y France 24

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