El balance de muertos del devastador terremoto que sacudió el lunes a Turquía y Siria se elevó a 33 179, según cifras oficiales difundidas este domingo.
El sismo de magnitud 7,8 dejó 29 605 muertos en el sur de Turquía, anunció el organismo público de gestión de catástrofes de ese país, a los que se añaden 3574 fallecidos en Siria.
No obstante, según la ONU, la cifra final podía ser dos veces mayor. Fue el terremoto más mortífero en Turquía desde 1939.
Recién llegado el sábado a Kahramanmaras, cerca del epicentro del sismo en Turquía, el jefe humanitario de la ONU, Martin Griffiths, aseguró a la cadena Sky News que el saldo de víctimas todavía podía aumentar considerablemente.
“Es realmente difícil estimar de forma muy precisa, porque tienes que llegar debajo de los escombros, pero estoy seguro que se va a duplicar o más”, afirmó Griffiths.
Los rescatistas sacaron a más sobrevivientes de los escombros este domingo, seis días después de uno de los peores terremotos en Turquía y Siria, mientras las autoridades turcas intentaban mantener el orden en la zona del desastre.

Los residentes desplazados en la ciudad turca de Kahramanmaras, cerca del epicentro, dijeron que habían instalado tiendas de campaña lo más cerca posible de sus hogares dañados o destruidos en un esfuerzo por evitar ser saqueados.
Al enfrentarse a preguntas sobre su respuesta al terremoto mientras se prepara para una elección nacional que se espera sea la más dura de sus dos décadas en el poder, el presidente Tayyip Erdogan prometió comenzar la reconstrucción en unas semanas.
En Siria, el desastre golpeó con más fuerza en el noroeste controlado por los rebeldes, dejando a muchos sin hogar por segunda vez después de que fueran desplazados por una guerra civil de una década, aunque la región ha recibido poca ayuda en comparación con las áreas controladas por el gobierno.
“Hasta ahora le hemos fallado a la gente en el noroeste de Siria”, tuiteó Griffiths, desde la frontera entre Turquía y Siria, donde solo un cruce fronterizo está abierto para los suministros de ayuda de la ONU. “Con razón se sienten abandonados”, dijo Griffiths, y agregó que estaba enfocado en abordar eso rápidamente.

En la provincia de Hatay, en el sureste de Turquía, un equipo de rescate rumano halló bajo los escombros de un edificio a un hombre de 35 años llamado Mustafa, dijo la emisora CNN Turk, unas 149 horas después de que fuera enterrado por el terremoto.
“Su salud es buena, estaba hablando”, dijo uno de los rescatistas. “Él decía: ‘Sáquenme de aquí rápido, tengo claustrofobia’”.
Dos organizaciones de rescate alemanas suspendieron el trabajo en Turquía el sábado, citando informes de enfrentamientos entre grupos de personas y destacando preocupaciones por la seguridad en las áreas afectadas por el terremoto.
Gizem, una rescatista de la provincia suroriental de Sanliurfa, dijo que había visto saqueadores en la ciudad de Antakya. “No podemos intervenir mucho, ya que la mayoría de los saqueadores llevan cuchillos”, agregó.
Un anciano residente de Kahramanmaras dijo que le habían robado joyas de oro en su casa, mientras que en la ciudad portuaria de Iskenderun, la policía se había desplegado en los cruces de calles comerciales con muchas tiendas de teléfonos y joyerías.
Erdogan ha advertido que los saqueadores serán severamente castigados.
La calidad de la construcción en un país que se encuentra sobre varias fallas sísmicas se ha convertido en un foco de atención tras el terremoto.

El vicepresidente Fuat Oktay dijo que hasta el momento se había identificado a 131 sospechosos como responsables del derrumbe de algunos de los miles de edificios arrasados en las 10 provincias afectadas.
“Haremos un seguimiento meticuloso de esto hasta que concluya el proceso judicial necesario, especialmente para los edificios que sufrieron daños graves y los edificios que causaron muertos y heridos”, dijo.
A lo largo de la carretera principal que conduce a la ciudad de Antakya, donde los pocos edificios que quedaron en pie tenían grandes grietas o fachadas derrumbadas, el tráfico se detuvo ocasionalmente mientras los equipos de rescate pedían silencio para detectar signos de vida debajo de las ruinas.
En Siria, las hostilidades que han fracturado el país durante 12 años de guerra civil ahora están obstaculizando el trabajo de socorro.
La ayuda por el terremoto de las regiones controladas por el gobierno al territorio controlado por grupos de oposición de línea dura se ha visto frenada por problemas de aprobación con el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), que controla gran parte de la región, dijo un portavoz de la ONU.
Una fuente de HTS en Idlib dijo a Reuters que el grupo no permitiría ningún envío desde áreas controladas por el gobierno y que la ayuda llegaría desde Turquía hacia el norte.
Un convoy de ayuda de la región nororiental liderada por los kurdos de Siria que transportaba combustible y otra ayuda también fue rechazado el jueves desde el noroeste, donde reinan los rebeldes respaldados por Turquía.
Con información de las agencias Télam y Reuters
Foto: AFP vía Télam