Si bien se estima que es solo la punta del iceberg, el Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular (Renatep) ya tiene 3,5 millones de inscripciones y su última actualización arroja que en 10 provincias del país ya son más que los asalariados privados registrados.
Santiago del Estero, Chaco –donde la diferencia se acerca a las 200 000 personas–, Salta, Formosa, Jujuy, Misiones, Tucumán, Catamarca, Corrientes y La Rioja son las provincias que tienen un mayor volumen de inscriptos en el Renatep que asalariados privados en el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), publica elDiarioAR.
Son paseadores de perros, lustrabotas, pileteros, vendedores ambulantes, depiladoras, pescadores, cocineros de merenderos, cartoneros. Son personas que se “inventan su trabajo” y están fuera del mercado formal.
Los números le dan fuerza a una postura que defienden distintas organizaciones sociales: la economía popular no es una economía de subsistencia que contiene excepcionalmente a los argentinos y argentinas en momentos de crisis, sino un modo de producción distinto que debe ser reconocido en su particularidad y que se estima que incluye a alrededor de 8 millones de personas en el país.
El registro se abrió en julio de 2020 y hasta el último corte, en junio de 2022, sumaba 3 457 669 inscripciones. En la medida que aumente la registración (es decir, la acreditación de estas personas de su situación, lo que no implica acceder a la formalización en términos legales), lo esperable es que se refleje una situación que se puede deducir: que el universo de la economía popular está más extendido y tiene más protagonismo en la dinámica económica de lo que el discurso público suele reconocerle.
De hecho, hay provincias que quedaron cerca de la “conversión”, como San Juan, que solo tiene 4773 más asalariados registrados que anotados en el Renatep. Dado que el Frente de Todos aspira a terminar su gobierno con 4 millones de inscriptos, no sería extraño que el predominio de la economía popular por sobre los empleos privados registrados –que están virtualmente estancados hace una década, en torno a los 7 millones– quedara pronto en evidencia en al menos la mitad del territorio del país.
En comparación con el informe anterior del Renatep, de febrero de 2022, aumentaron 7,4 % las inscripciones (232 401 nuevas personas), sobre todo localizadas en la región de la Patagonia y Cuyo. Aun así, las zonas centro y norte son las que mayor cantidad de trabajadores de la economía popular registrados tienen.
La provincia de Buenos Aires, la más populosa del país, tiene el mayor registro: son casi 1,2 millones de personas que sobreviven gracias a la economía popular, el 35,8 % del total de la base. La sigue, sin embargo, la pequeña provincia de Tucumán (6,2 %), Salta (5,8 %), Chaco (5,7 %) y Santiago del Estero (5,4 %).
Según el Renatep, en la economía popular la mayoría son mujeres (58 %) y hay una incidencia mucho más alta de jóvenes de hasta 24 años que en la economía formal (27,1% versus 6,7 % en SIPA), lo que habla del modo en el que las personas se insertan en el mercado laboral. La experiencia del primer empleo, en la Argentina, se da sobre todo en la informalidad.
En algunas provincias la economía popular emplea a alrededor de un cuarto de las personas de entre 18 y 65, y eso considerando que no todo ese universo está reflejado en el registro. Es el caso de Santiago del Estero (30,7 %), Jujuy (26,1 %), Formosa (24,7 %) y Chaco (24,5 %).
La mayoría de los inscriptos en el registro trabajan en servicios personales y otros oficios (35 %). Es decir, cocineros, bicicleteros, jardineros, mecánicos, paseadores de perros, peluqueros, reparadores de electrodomésticos, etcétera.
La segunda rama de actividad más voluminosa son los servicios sociocomunitarios (27,7 %) y le sigue el comercio popular y los trabajos en espacios públicos (11,8 %), la construcción y mejoramiento ambiental (8,4 %), la agricultura familiar y campesina (8,2 %), el reciclado (4,1 %), la industria manufacturera (3,6 %) y el transporte y almacenamiento (1,2 %).
Si se miran las ocupaciones y no las ramas de actividad, más de la mitad de las inscripciones se explican por trabajadores de comedores y merenderos, servicio de limpieza, agricultores, vendedores ambulantes y albañiles.
Apenas el 10,6 % está inscripto en alguna categoría tributaria, ya sea el monotributo social o el régimen simplificado. También es minoritario el porcentaje que recibe, como complemento de sus ingresos, el programa Potenciar Trabajo: el 28,3 %. Esto cuando incluso se puede asumir que quienes se inscribieron en el registro tienen mayor contacto con el Estado y conocimiento de sus herramientas.
A su vez, el 60,4% de los inscriptos trabaja de manera individual, sin vinculación con organizaciones sociales, cooperativas o ningún tipo de núcleo productivo. Estos datos muestran que, a contramano de ciertas ideas instaladas, el grueso de la economía popular no tiene una asistencia a través de la transferencia de ingresos del Estado ni tampoco vinculación con movimientos que puedan tener pertenencia partidaria.
Con información de elDiarioAR
Foto: Télam